Reportaje Especial

20.04.2013 17:10

El Abuso del Agua y el Cambio Climático

De Maude Barlow

Está muy claro que el cambio climático, provocado por la emisión de gases que contribuyen al efecto invernadero, está teniendo un impacto profundo y negativo sobre los sistemas de agua dulce en todas partes del mundo. El calentamiento del clima provoca que los lagos y los ríos se evaporen de manera más rápida, reduce la cobertura de nieve y hielo en los sistemas abiertos de agua y causa al deshielo de los glaciares. Lo que tiene menos reconocimiento es que nuestro abuso y desplazamiento colectivo del agua dulce también está causando un cambio en el clima y el calentamiento del planeta.

Está muy claro que el cambio climático, provocado por la emisión de gases que contribuyen al efecto invernadero, está teniendo un impacto profundo y negativo sobre los sistemas de agua dulce en todas partes del mundo. El calentamiento del clima provoca que los lagos y los ríos se evaporen de manera más rápida, reduce la cobertura de nieve y hielo en los sistemas abiertos de agua y causa al deshielo de los glaciares. Lo que tiene menos reconocimiento es que nuestro abuso y desplazamiento colectivo del agua dulce también está causando un cambio en el clima y el calentamiento del planeta. Si queremos abordar de manera exitosa el cambio climático, tenemos que analizar el hecho de que nuestro abuso del agua es un factor adicional en la creación del calentamiento global y que también puede aportar a las soluciones para proteger al agua y la línea divisoria de aguas.

Hay dos factores importantes. El primero es el desplazamiento del agua desde el lugar donde sostiene saludable a un ecosistema y sus ciclos hidrológicos. Tomando en cuenta que la humanidad ha contaminado una parte importante de las aguas superficiales del planeta, ahora estamos minando al agua subterránea a una velocidad mucho más rápida de lo que la naturaleza puede reemplazarla. La revista New Scientist (Nuevo Científico) habla de una crisis en toda Asia que es “poco anunciada” como resultado de la perforación exponencial del agua subterránea. El agua se extrae del lugar donde ha sido colocada por la naturaleza (en un lugar al que podemos accesar) y ubicada en la línea divisoria de aguas y los mantos acuíferos; de allí está siendo utilizada para el riego por inundación en la producción de comida—proceso en el cual se pierde mucha agua debido a la evaporación — o para abastecer la sed voraz de las ciudades grandes, lugar del que normalmente es botada al mar como desperdicio.

El agua también se pierde en los ecosistemas por el comercio virtual — el agua es utilizada en la producción de cultivos o bienes fabricados para la exportación. Más del 20% del agua de uso diario humano es sacada en esta manera de las líneas divisorias de aguas. El agua también es canalizada largas distancias para ser utilizada por la industria, dejando en su lugar paisajes sedientos.

El segundo factor es la eliminación de la vegetación necesaria para mantener un ciclo hidrológico saludable. La urbanización, la deforestación y la destrucción del pantano destruyen en gran manera los paisajes que retienen al agua y causan una pérdida de precipitación en toda el área afectada. Dicho de manera simple, si no hay nada verde que pueda recibir a la lluvia, el viento se lleva los vapores a las nubes y se crea un desierto en el lugar donde antes había un ecosistema vivo.

El científico eslovaco Michal Kravcik y sus colegas explican que el mundo viviente tiene una influencia sobre el clima, principalmente en la regulación del ciclo del agua y el gran flujo de energía que está vinculado a él. Las plantas transpirantes, especialmente los bosques, funcionan como una bomba biótica causando que el aire húmedo sea succionado fuera del mar y transferido a la tierra seca. Si la vegetación es removida de la tierra, se interrumpe este sistema natural que regula a la biósfera. Hay erosión del suelo, lo cual reduce el contenido de material orgánico en la tierra y, de esta manera, su habilidad de contener al agua. El suelo seco resultante de la pérdida de vegetación atrapa al calor solar, aumentando drásticamente el área afectada. Este proceso también destruye la secuestración natural del carbono en el suelo, provocando la pérdida de éste.

Por supuesto, hay un fuerte vínculo entre estos dos factores. De la misma manera en la que el hecho de remover la vegetación de un ecosistema provoca el secamiento del suelo, el hecho de remover el agua del ecosistema resulta en que la vegetación sea reducida o totalmente eliminada. Como lo explica Kravcik, el amarillo del sol combinado con el azul del agua crea el verde de nuestro mundo viviente. Remover el azul o el verde de la tierra y el calor del sol cambiará todo.

Juntos, estos dos factores están acelerando el proceso de desertificación del planeta e intensificando el calentamiento global. Kravcik dice que, aun si logramos abordar y revertir las emisiones de gases que contribuyen al efecto invernadero y reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles de manera exitosa, si no tratamos el tema del impacto de nuestro abuso del agua en el planeta, no vamos a poder parar el cambio climático. Hasta abordar colectivamente la crisis del agua dulce y nuestro trato arrogante de los sistemas de agua en el mundo, no vamos a restaurar la salud del clima.

Restauración de las Líneas Divisorias del Agua

La solución a la crisis del agua es la restauración masiva de las líneas divisorias de ésta. Hay que devolver el agua a los paisajes sedientos. Hay que devolver el agua que se ha desaparecido, reteniendo la mayor parte posible del agua de lluvia dentro del ecosistema para que pueda permear al suelo, reponiendo los sistemas del agua subterránea y devolviéndola a la atmósfera para poder regular las temperaturas y renovar al ciclo hidrológico. Toda la actividad humana, industrial y agrícola tiene que encaminarse a este imperativo, un proyecto que podrá emplear a millones de personas y aliviar la pobreza en el sur global. Nuestras ciudades tienen que ser cercadas por zonas de conservación verde y tenemos que restaurar los bosques y los pantanos—los pulmones y los riñones del agua dulce. Para que este proyecto tenga éxito, hay que abordar tres leyes básicas de la naturaleza.

Primera, es necesario crear condiciones que permiten al agua lluvia quedarse en las líneas divisorias de agua locales. Esto implica una restauración de los espacios naturales donde cae el agua lluvia para que ésta pueda fluir. La retención del agua puede ser llevada a cabo en todos niveles: jardines de techo en las casas familiares y edificios de oficinas; planificación urbana que permita a las aguas lluvias y de tormenta ser capturadas y devueltas a la tierra; cosecha de agua en la producción de la comida; captura del descargo diario del agua, devolviéndola de manera limpia a la tierra y no a los océanos crecientes.

Segunda, no podemos seguir minando el abastecimiento del agua subterránea a una velocidad mayor a la que se puede recargar naturalmente. Si lo hacemos, no habrá agua suficiente para la próxima generación. Las extracciones no pueden exceder al recargo de la misma manera en la que una cuenta bancaria no puede ser vaciada sin haber hecho nuevos depósitos. Los gobiernos en todo el mundo tienen que hacer una investigación intensiva sobre su abastecimiento de agua subterránea y tienen que regular lo que se saca del mismo antes de perder todos sus embalses. Esto podría implicar un cambio en la política de exportación favoreciendo la producción doméstica y local.

Tercera, tenemos que dejar de contaminar nuestras fuentes de agua superficial y subterránea y tenemos que respaldar este intento con una legislación estricta. Hay que parar el abuso del agua en la producción del petróleo y el gas metano y en la minería. Tenemos que dejar de utilizar prácticas industriales y agrícolas basadas en químicos y escuchar a quienes están activando la alarma sobre la agricultura de bio combustibles que consume altas cantidades de agua. Tenemos que promover la “subsidiariedad”, en la cual las políticas de las naciones y las reglas del comercio internacional podrían apoyar a la producción local de alimentos para así proteger al ambiente y promover una agricultura local sostenible. Estas políticas disuadirían al comercio virtual del agua y los países podrían prohibir o limitar los movimientos masivos del agua a través de acueductos. La inversión del gobierno en el agua y en la infraestructura del agua residual podría ahorrar un gran volumen de agua que se pierde cada día en los sistemas antiguos o por el hecho de que no existe un sistema. Las leyes domésticas podrían obligar a que haya cumplimiento de las prácticas de cosecha de agua en todos los niveles.

Hacia un Mundo con Seguridad del Agua

Para que el plan de rescate sea exitoso, está claro que los gobiernos en todas partes del mundo tienen que reconocer que existe una crisis sobre el agua y que este abuso juega un papel en el secamiento del planeta. Esto implica que los recursos de agua en una nación tendrán que ser considerados en todas las políticas del gobierno y en todos los niveles. Las naciones tendrán que asumir investigaciones intensivas para lograr que sean saludables las líneas divisorias del agua y para determinar los lugares y tamaños de las reservas de agua subterránea. Para que tengan un impacto sobre el agua, estas actividades tendrán que conformarse con una nueva ética, la cual será respaldada por la ley y protegerá a las fuentes de agua de la contaminación y del sobre bombeamiento. Esto probablemente implica un fuerte reto para las políticas de los gobiernos que actualmente favorecen un crecimiento económico global ilimitado.

Casi dos mil millones de personas viven en regiones de la tierra que necesitan más agua. Hasta la fecha, la ONU ha abordado esta terrible realidad con un programa para conectarles con fuentes de agua subterránea. Pero la velocidad en la que se está utilizando el agua subterránea no es sostenible. Para realizar un derecho universal del agua de manera plena y protegerla para la naturaleza implica una revolución en la manera en la que tratamos los recursos finitos del agua en el mundo. No hay tiempo que perder.